jueves, 8 de noviembre de 2012

Yo, yo. Tú, tú.

Yo solo soy YO. Dueña de mis pensamientos, de mis movimientos, de mis palabras, de mis gestos y de mis silencios.
Puedo responder ante los demás, pedir disculpas si debo hacerlo, corregir mi comportamiento, adaptarme a las necesidades del entorno y a las necesidades de los demás. Puedo decidir poner más o menos cercanía, agrandar el espacio o hincar mis pies más al fondo, relajarme o estar tensa, sonreír o llorar, disfrutar de la vida o centrarme en su aspecto más cruel. Puedo caminar derecha o con la mirada baja, darme o esconderme, ser fiel a mi misma o a los demás, vivir de día o de noche. Puedo y debo ser YO a cada instante. Pero no me pidas ser TÚ.
No voy a dedicar mi tiempo y mi vida a encontrarte, no voy a estar pendiente ni voy a intentar corregir tus movimientos, no voy a cambiar tu personaje, no voy a vigilar tus palabras, no voy a responder ante tí y no voy a sufrir por lo que haces o no haces, por lo que dices o no dices y por lo que sientes o no sientes.
Yo me dedico a MI. Tú te dedicas a TÍ. Yo, yo. Tú, tú. Ese es el trato, ¿aceptas?

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