sábado, 16 de septiembre de 2023

Escribir versus vivir




La idea es empezar a escribir sin tener nada que decir. Se trata de dejar que las manos acunan suavemente a nuestro corazón o a nuestra cabeza, o a ambas, o a ninguna...., y que con el latido del corazón, o con los pensamientos, sentimientos y emociones presentes, o con ambas, o con ninguna de ellas..., intentemos relajar desde el entrecejo hasta la punta del pie.

Puede ser que, al hacerlo así, te salga un escrito deprimente, de esos que hacen pensar, "joder!!, pues sí que está mal esta chica/mujer/adulta/" (¿qué soy?), o puede salirte algo raro, "¡no entiendo nada de nada!", o puedo ser que estas líneas no pasen de ser leídas llegado el segundo párrafo. La verdad es que da un poco igual, porque la idea de empezar a escribir, sin tener nada que decir, ya dice mucho.

Situación perfecta en el exterior (música, silencio, incluso incienso, para los más místicos, para mí misma), situación casi perfecta en el interior (deseo de encontrar el hilo de la bobina enredada y empezar a sacar). ¿Y por qué hoy?, quizá porque soy aplicada y hago los deberes, buscar aquello que me haga poder soltar para, simplemente, no reventar. 

Puedes reventar desde dentro hasta fuera, o viceversa, son muchas las maneras que tiene el cuerpo, la mente, el alma (o lo que sea, ¡a saber!) para decirte "¿por qué no te callas?", "¿por qué no te paras?", pero a veces no queremos escuchar.

Quizá la idea de empezar a escribir, sin tener nada que decir, nos permita, me permita, escuchar. Si escucho, tal vez pueda entender; si entiendo, quizá pueda cambiar; si cambio, quizá pueda relajar desde el entrecejo hasta la punta del pie, puede ser (o no).

Quizá merezca la pena intentarlo. 

He dicho tantas veces eso de "voy a empezar a escribir de nuevo", que ni yo me lo creo. Pero el hecho de ya estar aquí, sentada, en la situación perfecta en el exterior ( se ha unido una velita super mona que huele a vainilla) y en el interior ( se ha unido el deseo de cambio) ya es suficiente, al menos por hoy, para encontrar el inicio de ese ovillo enredado, o al menos para dejarlo encima de la mesa, como tarea pendiente a realizar.

Me invito a seguir en esa tarea que es la vida misma, me invito a aceptar, respetar y comprender a la vida, tal y como la vivo, me invito a querer a la vida y a mecerme con ella. Y te invito a compartirla conmigo.

Aquí sigo.