domingo, 31 de diciembre de 2023

¿Feliz Navidad?

 



Cuando cuesta respirar, cuando se desea dejar que cueste, cuando nada acelera la respiración, cuando la respiración pesa. Cuando los movimientos son lentos, cuando cuesta hablar, cuando las imágenes son las mismas, cuando no se quiere nuevas imágenes, cuando los sonidos son gritos y los gritos son silencios. Cuando ni se huele, ni se escucha, ni se ve, ni se siente....

Cuando lo mismo se repite y lo que se repite es lo mismo, cuando los teléfonos no suenan y eso duele, cuando los teléfonos suenan y también duelen, cuando no hay palabras, cuando hay palabras vacías, cuando la cabeza piensa, cuando la cabeza ya dejó de pensar, cuando se rellenan vacíos con más vacíos y se pierde la fuerza de moverse...

Cuando estás sin estar, eres sin ser, hablas sin hablar y lloras sin lágrimas. Cuando ya nada vale, cuando ya nadie está, cuando ya no eres nadie. Cuando ya nada llena...

Cuando se tocó fondo y el fondo lleva a otro fondo y ese fondo a otro. Cuando ya todo son arenas movedizas y nadie encendió la luz de la entrada. Cuando todo llega a su fin y el fin es solo el principio. Cuando ya se está harta.

En eso preciso momento es cuando te dedico la mejor de mis sonrisas.

Feliz Navidad.

miércoles, 15 de noviembre de 2023


 No hay manera, no puedo esquivarte. Disimulo..., me voy cuando creo que duermes..., creo que consigo dejarte en el respaldo de la silla de cualquier lugar..., parece que entre la multitud te pierdo..., pero no, ahí vuelves a aparecer, con el mismo semblante y la misma postura de espera, de entrega, de presencia. 

Hubo días en los que te temía, era como si tu presencia me vaticinara alguna desgracia, como si fuera algo malo. Y aunque nadie más podía verte, el solo verte yo hacía que me temblaran las rodillas de dentro, las extrañas de fuera. Te rechazaba, te asociaba a invierno, a frio, a silencio, a soledad, a llamadas perdidas, a preguntas sin respuesta. 

Pero no, ahora no. Ahora sé que no puedo esquivarte y ahora sé que no quiero esquivarte. No disimulo, ni huyo cuando duermes, me esmero en no olvidarte en ningún lugar y entre la multitud te busco. 

Pero no, ahora no, ahora sé que eres mi complemento. Contigo voy acompañada, voy entera, voy completa. 

Soy yo en tu mirada silenciosa, en tus movimientos lentos, en el miedo por el futuro y en el temor por el pasado. Soy yo en los recuerdos de lo que fui y en los recuerdos de quién pude ser. Soy yo escondida entre las palabras y en el silencio de una partitura. Soy yo en el movimiento torpe y lento de las teclas de un piano que suena descompasado.

Pero es difícil, es difícil no tenerte y tenerte, no tocarte y tocarte, no olvidarte y olvidarte. Es difícil el silencio, la quietud, el paso descompasado, las palabras que no salen, las lágrimas que no salen, el estómago en un puño, Es difícil el miedo a que estés y que no estés y a que seas y no seas solo una parte de mi y no una presencia única que no cabida a nada más. 

Permíteme compartirme con la risa, con la fe, con la ilusión, con la alegría, con el respeto y compasión hacia mí misma Permíteme compartirme con el descanso, con el reloj en la basura, con el tiempo perdido, con la vida vivida sin más, sin nada más que la vida misma.

Mi querido complemente, mi querida yo, mi querida melancolía..., vamos a darnos un poco de espacio, vamos a habitar juntas en este cuerpo que lo mismo se ensancha como se derrite con tu sola presencia.


 Mi querido complemento, mi querida yo, mi querida melancolía..., vamos a querernos, sin más. 


sábado, 16 de septiembre de 2023

Escribir versus vivir




La idea es empezar a escribir sin tener nada que decir. Se trata de dejar que las manos acunan suavemente a nuestro corazón o a nuestra cabeza, o a ambas, o a ninguna...., y que con el latido del corazón, o con los pensamientos, sentimientos y emociones presentes, o con ambas, o con ninguna de ellas..., intentemos relajar desde el entrecejo hasta la punta del pie.

Puede ser que, al hacerlo así, te salga un escrito deprimente, de esos que hacen pensar, "joder!!, pues sí que está mal esta chica/mujer/adulta/" (¿qué soy?), o puede salirte algo raro, "¡no entiendo nada de nada!", o puedo ser que estas líneas no pasen de ser leídas llegado el segundo párrafo. La verdad es que da un poco igual, porque la idea de empezar a escribir, sin tener nada que decir, ya dice mucho.

Situación perfecta en el exterior (música, silencio, incluso incienso, para los más místicos, para mí misma), situación casi perfecta en el interior (deseo de encontrar el hilo de la bobina enredada y empezar a sacar). ¿Y por qué hoy?, quizá porque soy aplicada y hago los deberes, buscar aquello que me haga poder soltar para, simplemente, no reventar. 

Puedes reventar desde dentro hasta fuera, o viceversa, son muchas las maneras que tiene el cuerpo, la mente, el alma (o lo que sea, ¡a saber!) para decirte "¿por qué no te callas?", "¿por qué no te paras?", pero a veces no queremos escuchar.

Quizá la idea de empezar a escribir, sin tener nada que decir, nos permita, me permita, escuchar. Si escucho, tal vez pueda entender; si entiendo, quizá pueda cambiar; si cambio, quizá pueda relajar desde el entrecejo hasta la punta del pie, puede ser (o no).

Quizá merezca la pena intentarlo. 

He dicho tantas veces eso de "voy a empezar a escribir de nuevo", que ni yo me lo creo. Pero el hecho de ya estar aquí, sentada, en la situación perfecta en el exterior ( se ha unido una velita super mona que huele a vainilla) y en el interior ( se ha unido el deseo de cambio) ya es suficiente, al menos por hoy, para encontrar el inicio de ese ovillo enredado, o al menos para dejarlo encima de la mesa, como tarea pendiente a realizar.

Me invito a seguir en esa tarea que es la vida misma, me invito a aceptar, respetar y comprender a la vida, tal y como la vivo, me invito a querer a la vida y a mecerme con ella. Y te invito a compartirla conmigo.

Aquí sigo.